El Juego Como Herramienta Inclusiva

7 oct 2013


El juego como herramienta inclusiva

Lcda. Emily J. Martínez L.
psic.emilymartinez@gmail.com

El juego es una actividad libre y creativa, provee los elementos para ir construyendo el mundo, expresar fantasías, asimilar la realidad  y básicamente posibilitar el desarrollo del psiquismo.
Mediante el juego, los niños estimulan los sentidos, aprenden cómo usar sus músculos, coordinan la visión con el movimiento, obtienen dominio sobre su cuerpo y adquieren nuevas destrezas, establecen la base de los conceptos matemáticos y aprenden nuevas formas de pensamiento.

Según Piaget, el juego en los infantes se categoriza por su contenido (lo que hacen cuando juegan) y por su dimensión social (si juegan solos o con otros niños). Por su contenido, la infancia inicia con el juego funcional activo que implica movimientos musculares repetitivos (rebotar una pelota, correr, saltar), seguidamente se observa el juego constructivo que involucra el uso de objetos o materiales para hacer algo (una casa de cubos, dibujos con creyones),  posteriormente, aparece el juego de simulación, también llamado juego de fantasía, dramático o imaginativo , éste se basa en la función simbólica; que no es más que la habilidad de usar representaciones mentales (palabras, números o imágenes) a las que el niño le ha asignado un significado. En él, los niños prueban roles, enfrentan emociones, logran entender el punto de vista de otras personas y construyen una imagen del mundo social, desarrollan habilidades para la solución de problemas y del lenguaje, experimentan la dicha de la creatividad  y permite que los niños hagan juicios más exactos acerca de las relaciones espaciales. Finalmente aparece el juego formal con regla que son los juegos organizados con procedimientos y castigos conocidos.

Por su dimensión social, el niño inicia con una conducta desocupada, es decir, no parece estar jugando pero mira cualquier cosa de interés momentáneo, posteriormente pasa a la conducta espectadora; en la que el niño observa a otros jugar, les habla, les hace preguntas y sugerencias pero no participa en el juego. Consecutivamente, aparece el juego solitario, en el que el niño juega solo, con juguetes que son diferentes de los usados por los niños cercanos y no se esfuerza por acercarse a ellos. En el juego paralelo, el niño juega solo pero entre los otros niños, con juguetes similares pero sin jugar de la misma manera, no trata de influir en el juego de los otros niños. Seguidamente, aparece el juego asociativo; en el que el niño juega con los otros niños, hablan del juego, comparten juguetes, se siguen entre sí y tratan de controlar quien puede jugar en el grupo, cada niño actúa como desea y se interesa más en estar con los otros niños que en la actividad misma. Finalmente, aparece el juego cooperativo; en la que el niño juega en un grupo organizado para alguna meta, uno o dos niños controlan quien pertenece al grupo y dirigen las actividades.

En los niños con Síndrome de Down estas etapas del juego no se dan por iniciativa propia, necesitan de la ayuda y de la guía del adulto para lograrlo, por lo que se hace necesario dedicar tiempo al juego libre para que aumenten sus habilidades y creatividad, desarrollen las capacidades lingüísticas y mejoren la socialización.

Inicialmente se benefician del contacto directo con los padres y cuidadores, del juego sin juguetes, posteriormente, respetando su desarrollo cognitivo se pueden incluir  juguetes en los que se puedan llevar a cabo cada una de las etapas del juego y se puedan establecer relaciones de causa y efecto, se estimule la atención y memoria, el seguimiento de estímulos, captación de instrucciones y  secuencias.

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